Introducción

A la llegada de los españoles, millones de Caméli­dos Sudamericanos (llamas, alpacas, vicuñas y guanacos) vivían a lo largo de todo Chile, entregan­do lana, carne, cueros y subproductos a los aborí­genes (Bonacic, 1990).

De los cuatro Camélidos Sudamericanos (CSA), sólo dos son domésticos (llama y alpaca), siendo los dos restantes silvestres (vicuña y guanaco). La alpa­ca es considerado un animal sociable, no sirve para carga, pero su lana interesa al mercado internacio­nal. La llama abundaba en nuestro país (tal vez había millones) desde el extremo norte hasta Cautín más o menos (Rottmann, 1972). De la llama se aprovecha su carne, lana y piel, incluso sirve como animal de carga menor. Considerada por muchos como la variedad doméstica del guanaco, tiene una alzada de 1,2 m, su lana es corta y de inferior calidad que la de alpacas y vicuñas.

La protección de éstos y otros camélidos silves­tres no se aconseja sólo por 'romanticismo' conser­vacionista, ya que pueden constituir un importante ingreso de divisas a nuestro país. Perú con su pobla­ción de más de 3.000.000 de alpacas exporta por concepto de lana y productos derivados cerca de U$ 60.000.000 aproximadamente, lo que equivale al 85% del total de lo transado en el mercado inter­nacional (Bravo, 1990, SAG. com. pers.). Según Arboleda (1986) la importancia de la crianza, el manejo y la producción de las CSA ha sido reconocida en la práctica por el hecho de que considerando únicamente la zona de Puno, Perú, da trabajo en forma directa a unos 100.000 habitantes, de acuerdo a estos antecedentes Bustinza (1986), calcula que la explotación de los CSA ocupa un 20% de la población andina, puesto que un sector significativo de ella participa activamente en todas las fases de intermediación hacia la comercializa­ción, la artesanía y la industrialización de los sub­productos de estas especies. Podría decirse por lo tanto que en esto radica su importancia sociocul­tural.

En nuestro país, según estimaciones realizadas por investigadores de la Facultad de Cs. Veterina­rias y Pecuarias de la Universidad de Chile (1988) de las 89.741 cabezas de llamas y alpacas existentes en el país sólo 44.128 se hayan en edad fértil (49,1%), siendo según Fernández-Baca (1971) ci­tado por Raggi. (1989) el 60% el número ideal de animales en edad fértil para un rebaño estable.

La importancia actual y futura de los CSA como fuente de desarrollo es indiscutida, sobre todo en la primera región, donde se consume 20.000 animales al año, debido al menor precio de su carne en relación al bovino.

Desde un punto de vista social, lo importante es que se debe tener conciencia de que los camélido domésticos son la base económica de las poblacio­nes Aymarás de la región altiplánica de Chile.

Actualmente se ha producido un flujo exportador de animales hacia el extranjero, lo que ha desperta­do polémica e interés por estos camélidos domésti­cos, debido a esto se ha creado la Asociación de Criadores de Llamas y Alpacas de Chile (1987), y algunos productores han comenzado a criar CSA en la zona central de Chile.

El conocimiento actual del manejo de estas espe­cies es muy amplio, pero en el ámbito propio del ecosistema altoandino de Perú, Bolivia y norte de Chile, por ello la abundante información bibliográ­fica de manejo y producción de estas especies debe analizarse con cautela y adaptar para su aplicación dichas tecnologías a la realidad propia de la zona central de Chile.

Debido al desafío actual de conciliar las políticas de conservación con el desarrollo rural, debe eva­luarse la producción de CSA como una opción de desarrollo en el ámbito silvopastoral en los ecosiste­mas más frágiles y degradados de la zona central de Chile, en donde otras opciones de manejo no son viables debido a la pobre condición de dichos eco­sistemas.

La presente monografía corresponde a parte de un informe de consultoría solicitado por la Direc­ción Regional de la Corporación Nacional Forestal VI Región, con el objeto de evaluar la factibilidad de realizar una explotación extensiva de Camélidos Sudamericanos (CSA) domésticos, dentro de la Re­serva Nacional Río de los Cipreses (cordillera andi­na de Rancagua). En este lugar actualmente se desarrolla un programa de Conservación y manejo del guanaco (Lama guanicoe), el que se encuentra en peligro de extinción en toda la zona central de Chile.

Con los antecedentes planteados se elaboró esta monografía que pretendía entregar información que permitiera a las autoridades regionales conocer las características biológicas y productivas de los CSA domésticos y sus posibles interacciones con los CSA silvestres presentes en la zona.

El objetivo general es dar las bases conceptuales sobre las cuales se pueda discutir la factibilidad de desarrollar una explotación pecuaria, basada en lla­mas y alpacas en la zona andina de la VI Región de Chile.

Origen y Evaluación de los Camélidos Sudamericanos

a) Origen: En el Eoceno medio superior, hace 5 millones de años, aparecen los Camélidos en Amé­rica del Norte. Durante los 75 millones de años que duró el Cenozoico, América del Sur estuvo aislada del resto del continente. El puente del Istmo de Panamá aparece en el Pleistoceno, hace un millón de años. En ese momento producto del avance de los glaciares, el clima era muy adverso en América del Norte, lo que obligó a la emigración de los antiguos camélidos hacia otros continentes, una rama de ellos, descendientes del Gigantecamelus se dirigió hacia Europa, Asia y Norte de África. Otros, los descendientes del Macroauchenia se dirigieron a través del Istmo de Panamá hacia América del Sur (Figura 1).

Figura 1. Evolución de los Camélidos Sudamericanos (Según Franklin, 1982).

En los Andes centrales surgieron el Paleolama y Lama, hacia el Pleistoceno medio. A finales del Pleistoceno, Hemiauchenia y Paleolama se extin­guieron en Norte y Sudamérica, quedando como sobreviviente Lama, al inicio del Holoceno se res­tringió a las zonas más frías. Así, los Camélidos desaparecieron de Norteamérica (lugar de origen) y quedaron distribuidos en Asia, Europa y Africa representados por los antecesores del camello bac­triano y el dromedario actual; y en Sudamérica sólo sobrevivieron los precursores del género Lama (lla­ma, alpaca y guanaco) y Vicugna (vicuña).

El estudio de la evolución de los camélidos tiene aún muchas incognitas (Ote, 1983; Franklin, 1982) ya que hay muchas similitudes morfológicas, con­ductuales y fisiológicas entre los 4 Camélidos Suda­mericanos, siendo la hipótesis más aceptada que el guanaco o su antecesor, dio origen a la llama me­diante un largo proceso de domesticación, lo que se apoya en las grandes similitudes que existen entre ambos; en cambio la derivación de la alpaca no es tan fácil de explicar. Debido a que la alpaca es semejante a la vicuña, en ciertos caracteres morfo­lógicos y de comportamiento, algunos autores han sugerido que la alpaca es un híbrido de llama­vicuña o que deriva de un antiguo stock de vicuñas. Otros autores señalan, basándose en los detalles de la morfología del cráneo, que el guanaco sería el antecesor de la llama y la alpaca.

El difícil establecimiento de los procesos de des­cendencia y parentesco de estas 4 especies se mani­fiesta en el hecho de que la cruza interespecífica genera crías fértiles (Novoa, 1989).

A modo de resumen, se puede señalar que los Camélidos se originaron en Norteamérica, conti­nente del cual migraron grupos de animales en diferentes épocas hacia Eurasia y Sudamérica.

Posteriormente desaparecieron en su lugar de origen y su proceso de especiación aún prosigue, lo que se manifiesta en su gran similitud en muchos caracteres y la presencia de híbridos fértiles.

b) Distribución pasada: Los alrededores del lago Titicaca y oeste de Bolivia han sido los sectores tradicionalmente considerados el epicentro de la distribución de los Camélidos domésticos. Esta pla­nicie de altura constituyó el punto geográfico medio de la distribución Norte-Sur de estos animales (Mu­ra, 1965, citado por Franklin, 1982) esto se presu­me ocurrió hace 5.000 años atrás.

La distribución de la llama y la alpaca, desde siempre, ha sido influenciada por el hombre, per­maneciéndo la mayor parte de la población en las partes secas de las tierras altas de los Andes. Las llamas ocuparon en el pasado las tierras altas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Chi­le y Argentina, los dos últimos en la región centro y norte del macizo andino respectivamente.

La alpaca tenía una distribución geográfica más restringida asociada al sector circundante al lago Titicaca, llegando en el pasado a ocupar sectores del sur del Ecuador, Perú, Bolivia y norte de Chile y Argentina. La alpaca siempre ha tenido el rango de distribución más restringido de los cuatro CSA. Junto a esta distribución horizontal existe una distri­bución espacial, en el caso de las llamas su rango altitudinal óptimo para habitar es de 2.300 a 4.000 m. s. n. m., y para las alpacas el rango óptimo es de 4.400 a 4.800 m. s. n. m. En el pasado y en la actuali­dad estos animales se encuentran en áreas de igual altitud producto del manejo que realiza el hombre de sus rebaños (Figura 2).

Figura 2. Distribución pasada y actual de los Camélidos Sudamericanos (Según Franklin, 1982).

c) Distribución actual: Se estima que existen cerca de 7,5 millones de CSA, de los cuales el 53% se encuentra en el Perú, el 37,7% en Bolivia, el 8% en Argentina y sólo el 2% en Chile (Novoa, 1989).

La distribución de los Camélidos domésticos (llama y alpaca) está controlada por el hombre, pero aún la gran mayoría se concentra en la zona altiplá­nica de Chile, Perú y Bolivia.

Actualmente las llamas se encuetran desde Co­lombia a Argentina y Chile, concentrándose la mayor cantidad en el Norte del lago Titicaca en Bolivia (Cardozo, 1989).

De la población total Perú posee la mayor masa de alpacas (3.020.000 animales aprox.) que equi­valen al 91 % del total de la población de esa espe­cie; en cambio Bolivia posee la mayor cantidad de llamas con 2.500.000 animales. Chile posee tan sólo alrededor de 100.000 animales (27.076 alpa­cas y 69.972 llamas) mantenidas casi en su totalidad en la región altiplánica de nuestro país, fuera de esta zona no existen manadas de importancia (Rott­mann, 1981).

Sólo el 6% de los Camélidos domésticos se en­cuentran fuera del altiplano en Chile (INE, 1981). Actualmente el constante traslado de animales a la zona central del país puede estar incrementando levemente estas cifras.

d) Domesticación: Las evidencias arqueológicas actuales, indican que la domesticación de llamas y alpacas ocurrió alrededor del año 4.000 a.C., en la zona altiplánica del Perú. Del proceso de caza de animales silvestres se derivó a un proceso de explo­tación de los animales domésticos que permitieron a las comunidades aborígenes proveerse de lana, car­ne, cueros, combustible (fecas) y medicinas (pie­dras bezoares o cálculos intestinales). Junto a estos productos, los Camélidos Sudamericanos fueron importante en sus mitos y creencias.

La secuencia del proceso de domesticación, se­gún Wheeler (1976), se debió a una de las siguien­tes causas o factores combinados:

1) Caza especializada para aprovechar la territo­rialidad de los Camélidos. 2) Control de Camélidos semidomesticados o dependencia de rebaños semidomesticados, que se reproducían regularmente con rebaños salvajes. 3) Pastoreo de Camélidos domesticados, me­diante prácticas de control de la reproducción, que llevaron al desarrollo de la llama y la alpaca.

Este proceso fue ocurriendo paulatinamente. En el período que va entre los años 4.200 y 2.500 a. C., se nota una programación en las cosechas de Camé­lidos.

Posteriormente una vez establecido el proceso de domesticación, las llamas y alpacas fueron una fuente de riqueza de primer orden para los poblado­res de los Andes. La llama por ejemplo, jugó un papel muy importante en economía de las socieda­des prehispánicas, era el único medio de transporte y permitió el intercambio de productos entre dife­rentes zonas. En la Colonia y tiempos Incaicos, caravanas de 1.000 a 2.000 animales eran frecuen­tes (lo que significaba 30 a 60 toneladas de merca­derías). En el siglo XVI más de 350.000 llamas se utilizaron para el transporte de minerales.

e) Antecedentes acerca de la presencia de Camé­lidos Sudamericanos en Chile central: La situación actual de los CSA en Chile es el resultado de pro­fundos cambios ecológicos y dramáticos sucesos históricos ocurridos en el pasado reciente (Rott­mann J., 1981).

Los Camélidos, miembros del biotopo Surandi­no, fueron los que prestaron servicios más útiles a los pueblos americanos en épocas prehispánicas. Su importancia radica en que se los ha considerado como uno de los principales recursos de quienes habitaron el área andina y también la zona centro sur de Chile (Benavente, 1985).

Según Rottmann (1981), los Camélidos silves­tres (guanacos y vicuñas) eran abundantes y de importancia en los ecosistemas chilenos. El guana­co debió ser el principal consumidor primario de los ecosistemas chilenos (estepa, matorral, bosque es­clerófilo), al mismo tiempo fue la principal fuente de alimentos para Onas, Tehuelches, Puelches, etc.

Es posible que alrededor del año 1.500 existían más de 1.000.000 de guanacos en todo Chile y más de 1.000.000 de vicuñas en el altiplano nortino, 200.000 alpacas y llamas en el norte. En el sector que abarca desde el río Copiapó hasta Chiloé, Rott­mann estima la presencia de cerca de 500.000 a 1.000.000 de Camélidos domésticos distribuidos en las tierras bajas. En sectores ubicados más al norte la variedad presente seguramente era la llama, más al sur existieron variedades ahora extinguidas llamadas Hueques o Chilihueques. Los animales distribuidos en Chile central posiblemente estaban emparentados con las alpacas y llamas del norte o ser una variedad con procesos de domesticación incipientes y de bastante parecido con el guanaco. La presencia de Camflidos domésticos en la zona central en el pasado, ha causado mucha controver­sia entre los investigado,-es, por ello han surgido muchas hipótesis acerca deí origen de estos anima­les reconocidos como 'Chilihueques'. En torno a este problema se plantean dos grandes hipótesis, la primera señala al Chilihueque como un guanaco o subespecie de guanaco que ha sido domesticado; la segunda plantea que corresponde a la llama que ha sido trasladada desde zonas más nortinas y utilizada por los indígenas del centro sur de Chile.

Independiente de su origen, los Camélidos do­mésticos de la zona central desaparecieron drástica­mente alrededor del siglo XVI ó XVII, siendo reemplazado por ganado Europeo. Las causas de este desaparecimiento no están claras, pero se pien­sa que se debió al ingreso de nuevas enfermedades exóticas que diezmaron las poblaciones de animales autóctonos, además se cree que la introducción del ganado doméstico constituyó una opción producti­va más ventajosa para los ganaderos que existían en ese tiempo.

Pese a que no está claro el origen y fin de la existencia de los Camélidos domésticos en la zona central de Chile, si está clara su existencia, esto se corrobora por las múltiples citas de cronistas espa­ñoles que describieron en forma contradictoria a estos animales. Claudio Gay (1847), señala que desde épocas bastante tempranas grupos de Arauca­nos utilizaban el Guanaco, que denominaban 'Luan' en estado salvaje y 'Chilihueque' en estado doméstico. Otros autores señalan que 'Chilihue­que' corresponde a una denominación local de la llama. Por último se puede citar la descripción que hace de estos animales el Padre Alonso Ovalle en 1646, que corrobora que antes de la llegada de los españoles al territorio, el 'Luan' o 'Chilihueque' o 'Llama' poblaban en gran número el área, siendo utilizada por las poblaciones en estado silvestre, semidomesticado o domesticado.

Cita: Alonso Ovalle, 1646. 'De los animales propios del Reino de Chile'.

'Entre los animales propios de aquel país, se puede poner en primer lugar los que llaman ovejas de la tierra, son parecidos a los camellos, pero no tan grandes y sin la corcova de aquellos.

Son unos blancos, otros negros y pardos..., sir­ven aún ahora en algunas partes para el trajín de llevar y traer de una parte a otra trigo, vino, maíz y otras cargas, yo me acuerdo haberlos visto, hace treinta años en Santiago, servir de aguadores que traían el agua para el servicio de las casas, pero hoy ya no sirven allí de nada de esto, por haber tanta abundancia de mulas y borricos... Son de mucha estima sus lanas, de las que se tejen mantas... Enfrénanse por las orejas, en las cuales se les hace un agujero por donde se les entra un cordel del que tira el que gobierna para guiarlas...'.

Características generales de los Camélidos Sudamericanos

Los Camélidos presentan una serie de característi­cas biológicas que los singularizan en relación a los patrones básicos de los Mamíferos. Así, en la mor­fología celular sanguínea, es posible apreciar la peculiar forma elíptica de los glóbulos rojos, su pequeño tamaño de 6,5 x 3,3 micrones, se com­pensa con su elevado recuento total cercano a los 13 millones por centímetro cúbico. Esta alta produc­ción es balanceada con altas tasas de recambio siendo la vida media de los eritrocitos de 60 días (Ellis, 1982). Seguramente éstas y otras caracterís­ticas hemodinámicas obedecen a la alta capacidad de adaptación desarrolladas por las especies que enfrentan un medio con escasa disposición de oxí­geno, hecho que ocurre en el hábitat de los Camé­lidos.

Los Camélidos se agrupan en el Suborden Tylopoda, debido a la presencia de almohadillas planta­res a diferencia de la tradicional suela córnea que conforma el casco. También difieren de los otros rumiantes por no presentar cuernos o astas (Mason, 1984). Tanto los Camélidos del Viejo Mundo como los Sudamericanos presentan una alta eficiencia en los mecanismos economizadores de agua.

Otra característica importante es que no presen­tan rasgos nítidos de dimorfismo sexual. Todos los actuales Camélidos poseen un mismo número de cromosomas 2N = 74. Esta característica está muy relacionada con la capacidad de cruces fértiles (Bustinza, 1984). Esto también ocurre con los Ca­mélidos del Viejo Mundo, donde es posible la ob­tención de híbridos fértiles sean machos o hembras (Mason, 1984).

Características generales de la alpaca

La Alpaca es un animal de mediano tamaño en comparación con los otros Camélidos, sólo supera a la Vicuña. Tiene una estatura promedio de 80 a 90 cm a la altura de la cruz y mide de la iliaca posterior a la punta de la espalda 75 cm y de la nariz a la base de la cola 140 cm. El peso de nacimiento varía de 7-10 kg y su peso adulto puede llegar a 70 kg. Sus líneas son más bien redondeadas, el perfil es conca­vilíneo, la línea dorsosacral es algo convexa. La grupa sigue la curvatura de la línea superior y es caída al igual que la cola, que es corta y móvil. El cuello es largo, bien recubierto de lana y pelos y el borde superior es cóncavo hacia arriba. La cabeza es pequeña, comprimida lateralmente, tiene un co­pete de pelos que llega hasta los ojos y cubre com­pletamente la frente de las hembras. Las orejas son pequeñas, verticales, puntiagudas, pérdidas en la lana, tienen el pabellón enroscado y están cubiertas externamente de lana corta e interiormente de pelos finos. El hocico termina en una punta roma, se le describe como un animal accequible para las perso­nas que conoce, sin embargo, huye ante la presen­cia de desconocidos o sonidos extraños. Cocean y lanzan escupos cuando se sienten agredidos. Du­rante el pastoreo se desplazan en grupos, siendo difícil que alguno se extravíe o se separe del rebaño, al atardecer regresan por su propia iniciativa.

Existen dos razas de alpacas, la Huacaya y Suri. La raza Huacaya es más abundante a pesar de no existir selección a su favor. Es más rústica que la raza Suri y tiene mayor resistencia al medio, están bien adaptadas al clima frío. Las crías son robustas y nacen con abundante lana. El vellón es de aparien­cia esponjosa y las fibras se alzan casi perpendicu­larmente al cuerpo.

Las alpacas de la raza Sur¡ se encuentran casi exclusivamente en Perú, en general esta raza pre­senta mayor incidencia de mortalidad y necesita climas más benignos que la Huacaya. Según Barre­da (1970), la raza Huacaya tiene un promedio de vida de 11 años, aunque no es poco frecuente ver animales de 16-18 años en plena producción y fe­cundidad o machos en pleno servicio.

La fibra o lana constituye la principal fuente de ingresos provenientes de la crianza de alpacas.

Parámetros productivos de la alpaca (según De Carolis, 1987, citando a varios autores). 

Producción de carne (rangos registrados)

Valor nutritivo de la carne de alpaca: 
Proteína 18,93 a 19%
Grasa  1,06 a 7,2%
Ceniza 1,11 a 1,21 %
Humedad 72,48%

 

Peso vivo de alpacas : 45-69,8 kg
Rendimiento canal (%) : 45,7-61
Peso canal

: 22,1 kg (Animal de 45 kg p.v.) equivale a 48,8%

Vísceras y otros : 19,8 kg (43,7%)
Desechos, cuero : 3,4 kg (7,5%)
Carne sin hueso : 19,1 kg (86,4%)
 Huesos : 3 kg (13,6%)
Carne deshidratada a partir de carne sin hueso : 7 kg (36,6%)
Agua : 22,1 (63,4%)

Proporción de componentes anatómicos de canal de alpacas de peso medio vivo 48 kg y de rendi­miento promedio 52 (%):

Músculo : 18,4 kg (73,62%)
Hueso : 5,2 kg (21,03%)
Grasa  : 6,23 kg (0,95%)
Total : 23,9 kg (95,6%)

Producción de lana

Diámetro de fibra según color:

Negro 29,7   micras
Café  26,55 micras
Blanco 26,75 micras
Overos 24,77 micras
Roano 22,89 micras

Rango de diámetro de fibra de alpaca:

 20 a 43 micras.

Crecimiento de centímetros de fibra de alpaca:

 10 a 20 cm (1 año)  

 20 a 35 cm (2 años)

 30 a 60 cm (3 años)

Producción de lana de alpaca por animal:

 1,8 kg anual    

 2,35 kg bianual

Características generales de la llama

Las llamas son animales de talla robusta, su altura a la cruz es de 1,1 a 1,5 m (Bustinza, 1970). Estos animales alcanzan un peso adulto aproximado de 100 kg. La fibra que producen se caracteriza por ser gruesa, variando su color de blanco al negro y pasando por tonalidades intermedias y presentando combinaciones de colores en su cubierta (Fernán­dez-Baca, 1975). Su peso al nacimiento es de entre 10 a 11 kg (De Carolis, 1987). En general sus líneas son menos redondeadas que las de las alpacas, la línea superior del tronco es casi horizontal, la línea inferior se levanta hacia atrás en forma notable. La cola es erguida y corta (18 a 23 cm). La cabeza es grande, cubierta con pelo fino y corto, las orejas son más largas que las de la alpaca, puntiagudas y encorvadas hacia adentro. El hocico es puntiagudo (Cardozo, 1954).

Las llamas se asocian a los lugares secos y ári­dos, son más rústicas que las alpacas, el cuidado de las llamas durante el pastoreo requiere de más es­fuerzo que las alpacas, ya que ascienden a partes más altas y accidentadas, sin embargo, cuando se integran al hato de alpacas, se adecúan a su compor­tamiento y se dejan conducir con facilidad (De Carolis, 1987).

Se le describe como un animal tímido manso y dócil, reconoce con facilidad al dueño, no obstante si sienten exceso de carga, molestias por los aperos o reciben castigos, reaccionan caprichosamente y lanzan escupos y coces (Cardozo, 1954). Existen dos razas de llamas, una es la raza Kcara Khala o pelada, se caracteriza por estar desprovista de fibra o pelo en la cara, cuello, extremidades y barriga, siendo su vellón muy poco denso.

La otra raza denominada Chacku, choco, tampu­lli o lanuda, se caracteriza por tener todo el cuerpo cubierto con pelaje, su vellón es muy denso (Cardo­zo, 1954). Según Lanino (1977), la primera raza se denomina Cara-sullo o pelada, se caracteriza por ser un animal de carga y produce escasa cantidad de lana gruesa.

La otra raza se denomina Tapa, y es de menor resistencia para labores de carga, de buena produc­ción de lana, más larga y fina que la anterior.

La llama se utiliza para producir carne, lana y ser animal de carga y transporte, actualmente su mayor potencial se enmarca dentro de la producción de carne, ya que la función de carga o transporte es realizada por otros animales domésticos o vehículos motorizados.

Parámetros productivos de la llama (Según De Carolis, 1987, citando a varios autores).

Valor nutritivo de la carne de llama:

Proteína 21,12 a 24,8%

Grasa 3,7 a 1,21%
Cenizas 1,34 a 1,7%

Humedad 69,2 a 74,7%

La carne de llama tiene mayor porcentaje de proteína y menos de grasa que el bovino y el ovino. La alpaca es aún más magra que la llama y su nivel proteico se equipara a la carne de ternera, y sólo es superada por la carne de vacuno y llama.

Peso vivo de llamas

: 55 a 120 kg (rango debido a las diferencias en edad y alimentación).

Rendimiento de la canal : 44 a 63%
Relación media carne-hueso : 3,82%
grasa-carne

: 0,052: 1

Producción de lana

Diámetro de la fibra: 25-30 micras promedio de buena lana. Rango de 17,0 (animal joven) a 70 micras (lana predominante del vellón).

 Producción de fibra : 1,28 kg anual (0,898 a 2,599)   1,5-3,5 kg (rango de 0,5 a 4 kg)
 Producción de hí­bridos

: 1,779 kg (corresponde al ani­mal denominado Huarizo: cruza de llama con alpaca).

Biología y manejo de la reproducción

La reproducción es fundamental para la producción animal. Ella determina el número de unidades pro­ductivas por cada hembra en el rebaño y por otro lado, de ella depende el grado de progreso genético en términos de intervalo generacional y el diferen­cial de selección (Novoa, 1989).

El enfoque racional de los problemas reproducti­vos debe considerar todas las funciones de ese siste­ma. Las diferencias en los sistemas reproductivos de un sexo a otro, son complejas.

En ambos sexos existen los órganos sexuales primarios y los centros regulatorios primarios, el estudio de la fisiología reproductiva debe por tanto enfocarse desde diferentes puntos de vista, todos los cuales presentan altos grados de complejidad.

El conocimiento de los eventos reproductivos que se suceden en la vida de un animal son requisito esencial para poder realizar un adecuado manejo reproductivo de la especie. En el caso de los Camé­lidos Sudamericanos, los eventos reproductivos y sus implicancias productivas aún son materia de profundos estudios. Pese al avance de las Ciencias Veterinarias en el ámbito de la reproducción ani­mal, estas especies tienen muchos elementos de su reproducción aún en constante revisión.

a) Pubertad

La pubertad en los CSA se presenta en forma dife­renciada por su sexo y edad. En general las hembras son más precoces, comenzando su actividad repro­ductiva alrededor de un año de edad mientras los machos lo hacen cercano a los dos años de edad. En la alpaca, la hembra comienza a mostrar receptivi­dad sexual hacia el año de edad, este evento está relacionado con la presencia de folículos ováricos de un diámetro a los 5 mm (Sumar y García, 1986).

En los machos alpaca la presencia de deseo se­xual y aptitud para la monta de hembras receptivas se evidencia al año de edad, reportándose una edad promedio de 10,3 meses. Sin embargo, en la totali­dad de los machos camélidos existe la presencia de adherencias pene-prepuciales (fenómeno normal en el macho inmaduro) que impiden una cópula efi­ciente. Sumar y García (1986), señalaron que ape­nas el 8% de los machos alpaca de un año de edad se han liberado de estas adherencias, a los dos años el porcentaje alcanza al 70%, llegando al 100% a los 3 años. Al alcanzar el macho un 70% del peso adulto se produciría un incremento en los niveles de testos­terona y se liberarían las adherencias pene­prepuciales (14 meses de edad en promedio). La madurez del sistema reproductivo comienza a pro­ducirse a partir de los 12 meses de edad en la alpaca (presencia de espermatozoides, maduración de cé­lulas de Leydig testiculares, etc.). En las llamas se ha advertido la presencia de espermatozoides inma­duros a los 22 meses de edad (Rodríguez, 1982).

El comienzo de la pubertad, al igual que en otras especies está correlacionado con el plano nutricio­nal al que están sometidos los animales. La fertili­dad y el porcentaje de partos también está relaciona­do con el peso al momento del encaste (Novoa y col., 1972; Leyva y Sumar, 1984, citados por Rojas, 1989).

En alpacas hembras se ha determinado como peso crítico al encaste la cifra de 33 kg. En condi­ciones naturales, debido a los bajos planos nutriti­vos a los que son sometidos los rebaños de llamas y alpacas, el apareamiento de las hembras se retrasa hasta los 2 años de edad, y los machos inician las montas a los 3 años de edad.

El inicio de los procesos reproductivos a los 2 y 3 años respectivamente, es uno de los principales obstáculos que presentan estas especies bajo los manejos tradicionales, ya que la tasa de recambio del rebaño y el manejo de selección genética que se puede aplicar es muy restringido y retardado.

b) Estacionalidad

En su hábitat natural, los CSA tienen una estaciona­¡¡dad estival (período de lluvias y mejores condicio­nes térmicas). En la alpaca, el intervalo reproducti­vo se extiende desde noviembre hasta comienzos de mayo (San Martín y col., 1968). No obstante la estacionalidad antes mencionada, al mantener alpa­cas machos y hembras separadas entre sí y permi­tiendo un único servicio por mes, se demostró una contínua actividad reproductiva durante todo el año, aunque baja la tasa ovulatoria a partir de agosto (Fernández-Baca, 1972).

Englands y col. (1969), describen también para la llama una actividad ovárica constante durante todos los meses del año.

c) Conducta de apareamiento

La monta ha sido definida en dos fases característi­cas, una primera de cortejo y posteriormente una fase de cópula (Englands y col., 1971). En la prime­ra etapa el macho persigue e intenta montar a la hembra, esta maniobra es de corta duración, al ser aceptado el macho por una hembra receptiva se inicia la fase de cópula. Esta fase del apareamiento se caracteriza por su brusquedad y violencia, pu­diendo haber competencia entre machos de distinta edad, lo que se traduce en peleas continuas donde los vencedores inhiben la conducta sexual de los perdedores, lo que se traduce en una baja de la fertilidad del rebaño, tanto las hembras como las crías pueden resultar dañados durante las peleas o intentos de monta. Este fenómeno concluye con la cópula que dura varios minutos (18,4 en la alpaca y 24 minutos en la llama) tendiendo a ser más prolon­gada en invierno y más corta en verano.

Durante la cópula las hembras demuestran una actitud calmada, siendo el macho quién demuestra su excitación. La hembra adopta una posición re­cumbente con sus miembros posteriores flectados y los anteriores extendidos, el macho se ubica por detrás de la hembra apoyando su porción esternal sobre el lomo de ésta. En los CSA el depósito de semen es intrauterino (Franco y col., 1984).

d) Ovulación

Se ha definido como ovulación inducida por la monta, tanto en la llama como en la alpaca (En­glands y col., 1968; San Martín, 1968). La ruptura folicular (ovulación), ocurre alrededor de las 26 horas después de la monta. La falla en la respuesta ovulatoria postmonta, alcanza un valor de 20% en hembras de alpaca, un 74% de hembras juveniles no ovulan postmonta (35 kg de peso), y un 33% no ovula en períodos de lactación (Bravo y Sumar, 1985). Ambos ovarios tienen igual tasa de ovula­ción. En caso de que haya una ovulación sin fecun­dación, el cuerpo lúteo regresiona por completo a los 18 días para la alpaca y 16 días para la llama (Englands y col., 1969).

e) Gestación y parto

Pese a la similitud en la actividad ovulatoria de ambos ovarios, la casi totalidad de las gestaciones ocurren en el cuerno izquierdo. En la alpaca la tasa de fertilización observada 3 días después de la mon­ta natural, alcanza valores de 70 a 80% (Fernández­Baca, 1970). Sin embargo, la mortalidad embriona­ria dentro del primer mes de gestación es alta, estimándose que cerca de la mitad de los huevos fertilizados no alcanzan a sobrevivir los primeros 30 días. Declinando así la tasa de fertilidad post­monta de un 70 a un 35% al día 28-31. Prácticamen­te no se registran mellizos en los CSA. Durante la gestación que dura cerca de 11 meses, el cuerpo lúteo se mantiene produciendo progesterona.

- Período de gestación alpaca Huacaya: 342-345 días. - Período de gestación de la llama: 310-350 días.

El parto ocurre para ambas especies en la maña­na, lo que demuestra la adaptación de estos anima­les a su medio, debido a que en otro momento del día las bajas temperaturas podrían disminuir la via­bilidad de las crías en sus primeras horas de vida. El parto dura alrededor de 3 horas y ocurre con la madre de pie. Es raro que ocurran partos distócicos (anormales) en los CSA. La plantación de los CSA es del tipo epiteliocorial difusa, siendo la retención de placenta una patología escasa entre estos animales.

La hembra puede aceptar al macho tan pronto como a las 24 horas postparto, aunque la regresión del cuerpo lúteo gestacionel no ocurre hasta los 5 días posteriores al parto. La involución uterina de­mora 15 días en la alpaca y 20 días en la llama. El tiempo mínimo considerado para efectos de crian­zas es de 10 días (Sumar y García, 1986). El primer servicio postparto no debe realizarse antes de los 15 a 20 días.

Manejo reproductivo

Según Novoa C. (1989), las principales caracterís­ticas de la reproducción de los CSA son:

 

Los CSA son animales de ovulación inducida por la cópula o monta, estando las hembras por lo tanto, en celo continuo o receptividad con­tinua. Lo anterior implica que los machos tengan un trabajo sexual intenso durante los primeros días del empadre. Después del parto, la hembra está en condiciones de concebir a partir de los 10 días postparto. Existe muerte embrionaria durante el primer mes de gestación, paro las hembras retornan al celo, y si son servidas logran concebir y mantener la gestación. La asociación continua de machos y hembras por más de 15 días resulta en inhibición sexual de los machos quedando muchas hembras sin servicio. Las hembras de un año de edad que alcanzan 33 kg de peso están listas para la reproducción (alpacas). Los machos de 3 años de edad pueden iniciar la reproducción.

Por todos los antecedentes antes mencionados, y producto de la investigación desarrollada por No­voa C. y otros autores, proponen un manejo repro­ductivo denominado empadre alternado que consis­te en:

La utilización de 6% de machos sanos, de los cuales el 50% inicia el empadre por un lapso de 7 días, al término del cual son reemplazados por el 50% restante por igual lapso. Así alternando perío­dos de descanso y trabajo se continúa por 8 sema­nas, fecha en la que termina el empadre, este proce­dimiento permite tener a los machos activos. Ade­más de este manejo debe permitirse a las hembras un descanso mínimo de 10 días antes de reiniciar la reproducción.

Resumen de parámetros reproductivos

Pubertad: 1-2 años en hembras (según plano nutritivo) y 2-3 años en el caso del macho. Peso de encaste: 30-40 kg (alpacas). Estacionalidad sexual: Verano o receptividad se-xual todo el año si se mantiene separado los machos de las hembras. Celo postmonta fértil: 18 días. Monta postparto: 10-20 días. Duración de la cópula: 17,5 minutos en la al­paca.24 minutos en la llama. Ovulación inducida: 26 horas postmonta. Implantación cuerno uterino: Izquierdo en el 100% de los casos. Ovulación postmonta: 80%. -Fertilidad: 40 - 60% en alpacas. 61 % en llamas. Proporción de machos en el rebaño: 6%. Duración de períodos de gestación: 342-346 días en alpacas. 310-350 días en llamas. Hora de parición: 7-11 horas (cesa después de las 14:00 horas). Duración del parto: 45 minutos en promedio.

Nutrición y alimentación de los camélidos Sudamericanos

Los CSA están bien adaptados a áreas donde la cantidad de forraje está limitada y los nutrientes se hallan altamente diluidos por carbohidratos estruc­turales que son difíciles de digerir. Estas caracterís­ticas son propias del hábitat donde se originaron (Altiplano), en él hay largos períodos de sequía durante el año (normalmente en el año hay 4 meses secos) y son frecuentes ciclos de años secos.

Bajo estas condiciones y debido a las caracterís­ticas selectivas, reducido consumo, mayor tiempo de retención de la digesta en su tracto digestivo, además de estar fisiológicamente adaptadas para sobrevivir en zonas de gran altitud, los CSA son las especies mejor adaptadas para aprovechar la escasa y fibrosa vegetación de los ecosistemas de montaña (San Martín y Bryant, 1987).

Los CSA se clasifican dentro de los animales rumiantes, estos animales presentan características digestivas, anatómicas y funcionales que les permi­ten obtener energía y proteínas a partir de alimentos no utilizables por el hombre, siendo por ello no competitivos.

Las características morfológicas y funcionales no son motivo de esta revisión, no obstante se entregan algunas descripciones generales de los principales mecanismos de adaptación al medio ambiente, en lo referente a la nutrición y alimenta­ción de los CSA.

a) Conducta de pastoreo

Los CSA en general tienen un patrón de comporta­miento de pastoreo diferente de las demás especies, presentando características especiales como la pe­queñez de las patas, con una almohadilla plantar que sostiene en forma balanceada un cuerpo ágil y liviano, esto permite que las praderas naturales no se deterioren con el pisoteo. Por otra parte al reali­zar la prehensión de los pastos no lo hacen jalando o arrancando la vegetación como los ovinos, bovinos y caprinos, sino que llevan a cabo un corte que conserva mejor el estrato herbáceo (Bustinza, 1986).

Estudios experimentales han indicado que el consumo de pastos, comparativamente con el ovi­no, es menor para mantener y hacer posible la producción de una determinada unidad de cuerpo. También se ha observado que al ser pastoreados en pastos frescos y cultivados, no presentan timpanis­mo, fenómeno generalizado en otras especies ru­miantes (Bustinza, 1985).

Las alpacas prefieren las zonas más húmedas para alimentarse, ingiriendo una alta proporción de hojas, lo que aumenta aún más en la época lluviosa, en cambio las llamas hacen una selección de gramí­neas altas y fibrosas. En general se acepta que la alpaca prefiere pastorear forrajes que crecen en terrenos húmedos y la llama prefiere pastorear sec­tores más xeromórficos (Raggi, 1989).

En relación a la conducta de pastoreo en el seca­no mediterráneo, actualmente sólo se conocen los antecedentes entregados por Simonetti y Fuentes (1981), que estudiaron el efecto del guanaco en semicautiverio sobre el matorral, por su conducta de ramoneo, comparándolo con cabras y conejos. Según estos autores el efecto sobre la vegetación arbustiva de la zona central se puede reflejar en 2 situaciones, la primera un proceso de defoliación y la segunda la destrucción de plántulas de los arbus­tos. El efecto de eliminación de plántulas obtenido por estos autores, indica que la cabra y el conejo eliminan masivamente las plántulas de arbustos ubicadas entre árboles adultos, en cambio el guana­co tendría muy poco efecto sobre las plántulas de arbustos. Por otro lado, el consumo de arbustos por parte del guanaco también es bajo, lo que lleva a la conclusión de que los guanacos son esencialmente pastoreadores y el ramoneo no es una conducta importante en su relación trófica con la vegetación.

b) Composición botánica de la dieta.

La alpaca consume mayormente gramíneas altas en la estación de lluvias y gramíneas bajas en la esta­ción seca (Tapia y Lazcano, 1970). En compara­ción con el ovino, la alpaca sélecciona más las gramíneas altas que las bajas. En pasturas cultiva­das los ovinos consumen 2,6 veces más legumino­sas que los CSA, esto puede explicar en parte el hecho de que en los CSA no se registran casos de timpanismo, cuando pastorean áreas con altos por­centajes de leguminosas.

La llama selecciona más las gramíneas altas y fibrosas en comparación con la alpaca y el ovino. San Martín y Bryant (1987); Cardozo (1954); Fran­klin (1982), basados en observaciones visuales, señalan que la llama prefiere, más que otros ru­miantes, forrajes altos y fibrosos, mientras que la alpaca muestra una mayor predisposición a usar forrajes que crecen en terrenos húmedos. Estas ob­servaciones sobre las conductas selectivas de las llamas inducen a pensar que este animal está adap­tado a ambientes áridos, al revisar la distribución actual de la llama en Sudamérica, se puede apreciar que su mayor población se encuentra en la puna seca de Bolivia (70% de la población mundial), por otro lado se ha visto que estos animales en suelos húmedos presentan diversas patologías (Sumar, ci­tado por San Martín y Bryant, 1987).

Al comparar la selectividad de las 3 especies, se puede observar que los ovinos son los animales más selectivos y las alpacas ocupan una posición inter­media entre ovinos y llamas (San Martín, 1987). La alpaca sería un animal altamente adaptable, varian­do su selectividad de plantas en los forrajes nativos, de acuerdo a su disponibilidad. Así, cuando la disponibilidad de gramíneas es alta, y la disponibilidad de herbáceas y plantas parecidas es limitada, las gramíneas representan la mayor parte de la dieta. Por otro lado, cuando la disponibilidad de las herbá­ceas es alta, ellas son constituyentes importantes de la dieta. Estudios de complementariedad entre es­pecies para manejos de pastoreo, sugieren que la llama y ovinos ofrecen la mejor alternativa de utili­zar eficientemente el recurso forrajero, mientras que la alpaca parece ser más adecuada para la utili­zación del pastizal como una sola especie animal.

El guanaco, según Raedecke (1978), muestra una mayor utilización de árboles y arbustos en los meses de invierno, ya que el resto de la vegetación se encuentra cubierta por la nieve. Ortega (1985), determinó en Torres del Paine que estos animales ejercen una alta preferencia por gramíneas y las especies arbustivas sólo son consumidas cuando la estrata herbácea se encuentra cubierta de nieve. En síntesis, el guanaco no es un animal especializado en la selección de su dieta, debido a que en la Patagonia, carece de presión de otros grandes herbí­voros silvestres. La llama por otro lado parece estar en el grupo de los rumiantes clasificados como consumidores de forrajes fibrosos y secos. La alpa­ca de acuerdo a su comportamiento alimenticio estaría catalogado como un animal oportunista y clasificado dentro del grupo de los herbívoros inter­mediarios en la selección de forraje, este animal se caracteriza por utilizar una amplia variedad de tipos de vegetación.

c) Composición de la dieta

Durante los meses secos la calidad de la dieta alcan­za los valores más bajos en términos de proteína cruda y digestibilidad. Mientras que en la estación lluviosa estos valores alcanzan los niveles más altos.

San Martín determinó que la mayor calidad nu­tricional de la dieta corresponde a la consumida por la llama, seguida por la alpaca, siendo la de mejor calidad la ingerida por el ovino. Esta mejor calidad de la dieta consumida por los ovinos se debe a su mayor capacidad de selección de los forrajes consu­midos, esta característica beneficiosa desde el pun­to de vista del animal, puede ser perjudicial para la condición de la pradera. La mayor selectividad de los ovinos se debe a su mayor tasa metábólica, lo que implica tener mayores requerimientos de pro­teína y energía.

d) Consumo

 El consumo promedio de materia seca en alpacas y llamas es de 1,8 y 2% del peso vivo. En general el consumo diario de los CSA es menor que el del ovino. San Martín (1987), encontró que bajo condi­ciones de pastoreo, llamas y alpacas tienen el mis­mo nivel de consumo, siendo este inferior al de los ovinos en 36% bajo pasturas cultivadas y en 26% en pasturas nativas.

El menor consumo observado en los CSA, con respecto a los ovinos es el resultado de factores asociados tales como, el mayor tamaño corporal y el relativo menor requerimiento de energía en los CSA (Schneider et al., 1974, citado por San Martín y Bryant, 1987). Estos factores conllevarían a los CSA a ser menos selectivos con respecto a partes de plantas que los ovinos y tener un menor potencial de consumo. Esta relativa menor capacidad selectiva de los CSA se refleja en la mayor selección de tallos observada por San Martín (1987), en comparación al ovino. Los tallos, a diferencia de las hojas, son retenidos por un mayor tiempo en el estómago que las hojas causando una reducción en el consumo.

El menor volumen de los dos primeros comparti­mentos del estómago de los CSA en comparación con el retículo-rumen del ovino, por unidades de peso metabólico, y el mayor tiempo de retención de la digesta en el tracto digestivo de los CSA, son también factores que por estar altamente y negativa­mente relacionados con el consumo determinan que este sea menor en los CSA comparado con el ovino.

e) Factores de conversión para la carga animal.

Al considerar al ovino, alpaca y llama, con los siguientes pesos adultos; 40, 65 y 108 kg respecti­vamente, y considerando los valores de peso meta­bólico más los niveles de consumo para cada espe­cie, se obtiene un factor de conversión de 1:1 para alpaca-ovino, 1,5;1 para llama-ovino (San Martín y Bryant, 1987). En estas relaciones no se incluyen características del forraje y del medio ambiente, por lo que estos factores de conversión son sólo de referencia y deben ajustarse al ecosistema donde se realice la explotación.

f) Efecto de la alimentación sobre la producción de alpacas

En los países que existe explotación de CSA, ella depende casi exclusivamente de la alimentación con pastos naturales, cortos, duros y existentes en las zonas de gran altura, estas praderas se caracteri­zan por tener crecimiento y producción estaciona­ria, además de ser pobres en proteínas, esto reper­cute en los niveles productivos de los CSA, que en comparación con otras especies domésticas son bajas, tanto en producción de carne como en sus parámetros reproductivos y producción de fibra.

Resultados obtenidos por (Bustinza et al., 1981), demuestran que al someter a la alpaca a planos nutritivos de mejor calidad mediante la ali­mentación con alfalfa, se obtiene diferencias signi­ficativas de peso de hembras y tuis (crías), con diferencias hasta de 20 kg en estos últimos a la edad de 3 años. Esto demuestra que la alpaca posee un potencial genético que se expresa cuando se le pro­vee de una mejor alimentación. Esta respuesta tam­bién se observó en la producción de lana, la que se incrementó en longitud de mecha (2 cm adiciona­les), diámetro de la fibra (6,6 micras en promedio) y peso del vellón (0,6 kg adicionales por esquila en promedio). Estos datos demuestran que el vellón de alpaca puede mejorarse en su producción, al pro­veer a los animales de una buena alimentación.

Adicionalmente se observó que animales some­tidos a alimentación con alfalfa no sufrieron timpa­nismo, esto marca una diferencia importante en relación al bovino y ovino que sufren timpanismo cuando consumen altos niveles de estos tipos de forraje.

Comportamiento

En los CSA es posible advertir un fuerte componen­te de estructura social y grupal (Bustinza 1984, citado por Rojas, 1989), la misma ha sido mayor­mente estudiada en el comportamiento de las espe­cies silvestres.

El estudio de la conducta animal se denomina Etología, el estudio del comportamiento en anima­les domésticos se denomina Etología Veterinaria (Merck, 1986), en el caso de la Etología de los CSA, machos de los componentes de su estructura social, comunicación y respuestas a estímulos del medio no difieren sustancialmente entre las espe­cies silvestres y domésticas. El conocimiento de los patrones conductuales de estos animales es impor­tante para su utilización en el manejo de ellos y como ayuda en la evaluación de su salud (Merck, 1886).

El comportamiento normal comprende tanto ac­ciones individuales implicadas en el automanteni­miento, como comportamiento social en el que se afectan dos o más miembros de la misma especie. En el caso de los CSA el comportamiento social juega especial relevancia, por su conducta gregaria y establecimiento de jerarquías sociales y grupos definidos. Respuestas inesperadas o anómalas en el comportamiento de los animales pueden indicar afecciones en la salud tanto física (enfermedades orgánicas) como psíquicas (alteraciones en la con­ducta), estos dos problemas pueden ser el reflejo de malos procedimientos de manejo, lo que conlleva a considerables descensos en la producción o a la muerte de los animales (peleas, inanición, abortos, etc.). Por ello el estudio del comportamiento y manejo productivo son disciplinas estrechamente ligadas e interdependientes.

a) Características del comportamiento reproductivo

Los CSA no presentan un claro dimorfismo sexual, siendo por tanto los patrones conductuales los ele­mentos que permiten la diferenciación sexual. El manejo tradicional de la llama y la alpaca en el altiplano chileno consiste en realizar una separación de los machos y las hembras en zonas de alimenta­ción independientes y sólo son reunidos para la época de encaste, por lo tanto la mayor parte del tiempo los machos permanecen en los sectores de secano y las hembras en el bofedal. Actualmente esta práctica se ha cambiado, manteniéndo machos y hembras en sectores comunes, con esto la alimen­tación dormideros y encastes no es controlado, lo que produce diversos problemas productivos en el rebaño.

b) Comunicación en Camélidos Sudamericanos

Los principales canales de comunicación en los mamíferos son químicos, visuales, auditorios y tac­tiles.

El lenguaje corporal se basa en la comunicación visual (displays), lo que es muy importante en los CSA, debido a que habitan ecosistemas abiertos y planos se pueden comunicar entre los machos a gran distancia para hacerse notar y defender sus territo­rios. El movimiento de colas y orejas es más impor­tante en la comunicación dentro del grupo (Fran­klin, 1982).

Los CSA tienen como forma de comunicación para manifestar su agresividad el movimiento de la cola, orejas y escupen antes de llegar a embestir o perseguir a un oponente. Las vocalizaciones (relin­chos), son más frecuentemente utilizadas en las situaciones de alerta para el rebaño (presencia de predadores o personas extrañas) y para señalar su presencia en determinado territorio.

Todos los procesos de jerarquía, territorialidad, preferencia de hábitat para pastoreo, sectores donde defecar, revolcaderos, etc. pueden ser obviamente modificados y alterados por los manejos producti­vos que se haga con estos animales. Actualmente no se conocen antecedentes claros y con base científica sobre la conducta de los CSA en la zona andina de Chile central, se espera que mediante los estudios que se realizan sobre guanaco, mediante la tesis; Organización social, preferencia y, disponibilidad de hábitat de una población de guanacos en la re­gión montañosa de Chile central, permitan conocer la adaptación e interacción de estos animales a este ecosistema. El conocimiento de la organización social y ecología de los Camélidos silvestres puede ser una gran ayuda para el mejor cuidado y manejo de animales domésticos (Franklin, 1982), por ejem­plo Condorena (1980), ha demostrado recientemente que la estructura, tamaño y composición etaria y sexual del rebaño, son variables importantes que afectan la producción y el retorno de capital.

c) Comentario final

Cualquier proceso productivo o manejo conserva­cionista que se realice con CSA en un determinado ecosistema, debe llevar dentro de sus primeras prio­ridades el estudio de la organización social y con­ducta, ya que estos elementos son necesarios para comprender la estructura y ecología de la pobla­ción, utilización de hábitat, repartición de los recur­sos, distribución del espacio, reproducción, creci­miento y regulación de la población (Franklin, 1982).

La organización social es como una población animal se organiza temporal y espacialmente con respecto a otra (Franklin, 1978, citado por Fran­klin, 1982). La conducta y los sistemas sociales tienen gran importancia en el incremento del éxito reproductivo y sobrevivencia en medios ambientes específicos (Franklin, 1982).

Manejo sanitario

La vigilancia del estado de salud de los animales domésticos presupone el correcto y oportuno reco­nocimiento de las enfermedades (Gunther, 1979). La intensificación de las producciones animales y el uso de especies nuevas o en diferentes hábitat, hacen que cada vez más los profesionales responsa­bles de mantener el animal sano para que tenga un buen rendimiento productivo deben especializarse en determinada especie. El conocimiento actual de las enfermedades de los CSA se refiere principal­mente a patologías que se presentan en la zona altiplánica, que posee condiciones climáticas, ve­getacionales y de manejo que difieren a las encon­tradas en la zona central de Chile. Por ello es alta­mente probable que agentes etiológicos (causales) o factores predisponentes a determinadas enfermeda­des no sean los mismos que se observan en Chile central.

a) Enfermedades infecciosas

Los CSA son suceptibles a la mayoría de las enfer­medades que afectan a los demás rumiantes, siendo frecuentes en la alpaca la enterotoxemia o diarrea bacilar, necrobacilosis, fiebre de las alpacas, metri­tis, otitis, abcesos, muerte súbita.

Las enfermedades poco frecuentes son la tuber­culosis, fiebre aftosa, brucelosis, hidrofobia o rabia, queratitis y mastitis.      

El efecto de las enfermedades infecciosas puede ser de 2 tipos:

Muerte del animal, lo que ocurre con frecuen­cia en cuadros entéricos (intestinales), sobre todo en animales jóvenes. Esto genera importantes pér­didas económicas ya que disminuye la tasa de re­cambio de animales en el rebaño y no permite obtener adecuadas intensidades de selección. Si se suman las mortalidades de las crías (13 a 68%) a las mortalidades embrionarias o porcentaje de hembras (40 a 60%) puede llevar a un rebaño a ser altamente ineficiente productivamente. Disminuir la eficiencia productiva, animales enfermos pueden mantenerse vivos pero a costa de una importante merma de sus parámetros producti­vos, disminuyendo su tasa de crecimiento, bajando su producción de fibra o presentando una disminu­ción de su fertilidad potencial.

b) Prevención y control

La primera medida de prevención de una enferme­dad la constituye una adecuada alimentación, ma­nejo e higiene y en segundo lugar el uso de inmuni­zación y quimioprofilaxis (vacunas y tratamientos preventivos) (Ramírez, 1989). En el caso de la enterotoxemia se ha visto que las prácticas de higie­ne y rotación de potreros son positivas para dismi­nuir el problema.

c) Parición y cuidados del recién nacido

En la crianza de CSA, los aspectos sanitarios en la parición constituyen un eslabón de suma importan­cia ya que al salir la cría de la vida intrauterina se debe entregarle los medios apropiados para el man­tenimiento de su estado de salud. De ello dependerá no sólo el nacimiento de crías sanas, sino el mayor número de crías logradas al destete. Las principales causas de mortalidad son atribuibles a problemas infecciosos (66,5% y sólo por enterotoxemia 45,6%).

d) Causas de mortalidad en animales jóvenes

La mortalidad mensual no supera al 1,9% siendo las enfermedades infecciosas las más importantes (53,1 % del total), correspondiendo los procesos neumónicos a un 15,7% lo que los sitúa en el primer lugar de importancia. Las neumonías se deben en gran parte a factores de manejo, por ejemplo cam­bios bruscos de temperatura, stress productos de cambios de manejo que bajen, las defensas del ani­mal y desencadene un cuadro infeccioso viral que derive en una neumonía, etc.

e) Causas de mortalidad en adultos

La edad de adulto constituye la etapa en la que los animales son más resistentes a enfermedades. Siendo, según Ramírez (1989), los valores de mortali­dad mensual no mayores a 0,7%. La incidencia de enfermedades infecciosas ocupa el primer lugar en­tre las causales de enfermedad en los animales adultos.

f) Enfermedades parasitarias

Existen parásitos internos y externos en los CSA los cuales tienen repercusión económica por cuanto afectan la salud y productividad esencialmente de carne y lana (Gorman, 1989).

Entre las enfermedades parasitorias destacan las gastroenteritis verminosas causadas por un grupo de parásitos internos y la sarna causada por ectopa­rásitos. La primera produce pérdidas anuales cerca­nas a los U$ 700.000 y la sarna U$ 300. 000, aproxi­madamente, en las explotaciones de alpacas del Perú.

El conocimiento de la etiología, epidemiología, patología, control y tratamiento de las enfermeda­des parasitarias contribuye a disminuir esta pérdida y organizar en forma más eficiente la crianza y manejo de estas especies de Camélidos (Gorman, 1989).

Según Varela (citado por De Carolis, 1987), las enfermedades parasitarias producen daños y lesio­nes sobre todo los endoparásitos, en forma subclíni­ca o crónica pasando por tanto desapercibidas. Los efectos producidos por las enfermedades parasita­rias se traducen en menor eficiencia en la conver­sión alimenticia, incidiendo negativamente en la producción de lana y fibra a pesar de no causar directamente la muerte del animal.

Según diversos autores las pérdidas producto de las enfermedades parasitarias en un rebaño pueden alcanzar hasta un 40%.

Las enfermedades que provocan mayores pro­blemas por su frecuencia de presentación son la sarna, gastroenteritis verminosa, sarcocistiosis y coccidiosis.

Los parásitos helmintos encontrados en los CSA son:

Helmintos, Nemátodos (afectan abomaso, intes­tino delgado, intestino grueso y pulmones), Tremátodos (afectan el hígado), Céstodos (afectan intestino delgado, hígado, peritoneo y pleura). Protozoos, afectan intestino delgado, muscula­tura y todo el organismo en el caso de las toxosplasmosis. Artrópodos, afectan las fosas nasales y piel, pro­duciéndo bajas en la producción de lana.

g) Comentario final

La transmisión de enfermedades infecciosas y para­sitarias es un factor determinante en el éxito o fracaso de una producción animal. El proceso de traslado de animales desde un ambiente (en el cual se encuentran adaptados) a otro nuevo, produce un fuerte stress que trae por consecuencias una baja natural en las defensas del animal predisponiéndolo a contraer nuevas enfermedades presentes en el lugar al que son trasladados o se desencadenan procesos subclínicos que el animal ya tenía en su ambiente original. Este factor debe ser estrecha­mente controlado tanto en el lugar de origen de los animales (antecedentes sabitarios, calendario de vacunación, tratamientos antiparasitarios, examen clínico del rebaño, etc.), como en el nuevo sector al que son trasladados (cuarentena, tratamientos pro­filácticos, vigilancia epidemiológica y exámenes clínicos seriados).

Otro hecho importante a considerar, es el hecho de que entre los 4 CSA es posible la transmisión de enfermedades infecciosas y parasitarias lo que pue­de llevar a serias pérdidas ecológicas y productivas si se contactan animales de diferente origen sin un adecuado nivel sanitario de ellos. Al no considerar este aspecto pueden producirse al menos dos situa­ciones:

1. Que los animales domésticos trasladados al nuevo hábitat lleven una serie de enfermedades infecciosas o parasitarias que pueden transmitir a los animales silvestres, los que al no tener contacto en forma natural con ellas, pueden sufrir brotes epidémicos que los llevan a su desaparecimiento. Este hecho puede constituirse en un grave desastre ecológico, ya que la conservación y recuperación de poblaciones relictuales de flora y fauna es uno de los objetivos que CONAF ha tenido dentro sus prioridades, motivo que generó el establecimiento de la R.N. Río de los Cipreses (figura 3) ya que cuenta con poblaciones relictuales de Astrocedrus chilensis, Cyanoliseus patagonus byroni y Lama guanicoe. Otro factor importante a considerar es que las poblaciones de guanacos presentes en la R.N. Río de los Cipreses pueden entregar valiosa información para el manejo de los CSA en la zona central de Chile, ya que se han adaptado por siglos a este ecosistema altoandino. Por último, se debe considerar el hecho de que el incremento poblacio­nal que está ocurriendo dentro de esta población permite esperar que a mediano plazo se pueda con­siderar al guanaco como una fuente de ingresos productivos por su producción de carne, piel, cuero y principalmente turismo.

  Figura 3. Ubicación del área de estudio (Según Bonacic, 1990).

2. Que los animales silvestres tengan en su me­dio ambiente numerosas enfermedades, que pro­ducto de la relación agente-húesped que se ha esta­blecido por miles de años, haya permitido que se alcanzara un equilibrio no significando un peligro para la supervivencia natural de ellos, pero al llegar CSA domésticos en condiciones que los hagan seruceptibles a nuevos agentes infeciosos sumado al nuevo manejo al que sean sometidos, pueda signifi­car el contagio de las llamas y alpacas con dichas enfermedades, lo que puede llevar a fuertes pérdi­das por mortalidad o incluso puede llevar al fracaso del intento de su conservación.

Debido a la geoforma, vegetación y tecnoestruc­tura de la R.N. Río de los Cipreses, es factible realizar un manejo estacional y ordenado de ambos grupos de CSA, silvestres y domésticos, sin llegar a poner en peligro la viabilidad y supervivencia de unos y otros. Por ello se debe estructurar un plan de manejo de los diferentes sectores para cada esta­ción, considerando el movimiento estacional de los guanacos y el valor silvopastoral de los diferentes sectores para dimensionar en forma adecuada las capacidades de carga.

Por último se sugiere el establecimiento de una barrera sanitaria geográfica, entre los dos grupos de animales, respetando las distancias máximas de dis­persión de los agentes infecciosos y parasitarios, además de considerar el límite norte de la distribu­ción invernal del guanaco en el cajón del Río Ci­preses.

GUANACO. (Lama guanicoe) Torres del Paine, Chile.

ALPACA. (Lama pacos) Puerto Natales, Chile.

Referencias

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BONACIC, C. 1990. Estrategias de uso de hábitat del guanaco (Lama guanicoe Muller) en la cordillera de Chile central. Tesis. Santiago, Escuela de Ciencias Veterinarias y Pecua­rias. Universidad de Chile.

CARDOZO, A. 1974. Auquénidos. Bolivia. Editorial Centenario. 230p.

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Recibido el 15 de mayo de 1991.